¿Y Ignacio?

He aquí una ración de esta droja que se toma sin la necesidad de receta. Como ya se sabe, «y» es una conjunción copulativa que adopta la forma «e» cuando la palabra siguiente empieza por i o por hi… o así me enseñaban esta norma en mis tiempos mozos. Por tanto, se diría «José e Ignacio», «geografía e historia» y «clavar e hincar».

Ahora bien, la norma dice realmente que la conjunción «y» cambia a «e» cuando la siguiente palabra empieza por el sonido /i/ —esta vez os voy a representar la notación fonética bien—. ¿Qué ocurre cuando la siguiente palabra empieza por el diptongo /i/ + vocal? Que se mantiene la forma «y», ya que ese diptongo no tiene un sonido completamente vocálico. Así pues, se debe decir «agua y hielo», no *«agua e hielo» y «césped y hierba», no *«césped e hierba». Seguir leyendo

Ese latín latosillo

¡Pero cuánto tiempo sin ofrecer una dosis de esta droja que tan mal sabe en la boca! En serio, ¿a qué sabe la ortografía? ¿A lengua?

Dicho el chiste, daré comienzo. Como recordatorio previo, diré que los extranjerismos —esto es, las palabras que se toman de otros idiomas sin que se haya adaptado la grafía de acuerdo a los rasgos del español— deben marcarse textualmente de alguna forma para, precisamente, resaltar su componente ortográfico ajeno a nuestro idioma; la principal solución es la cursiva, o las comillas si se trata sobre todo de un texto escrito.

De acuerdo. Veamos ahora qué ocurrió tras los cambios en la lengua española con la publicación de la Nueva gramática de la lengua española y la Ortografía de la lengua española en 2009 y 2010. A partir de esas fechas, y para poner el ejemplo más notorio, «currículum» debe llevar tilde, pero «curriculum vitae», en cambio, no. Ahora viene el momento en el que me tiráis sillas a la cabeza y me decís: «¡En el DPD viene «currículum vítae», con tildes y todo! ¡Se te va la olla!». Vale, calma. El Diccionario panhispánico de dudas está desactualizado por el sencillo hecho de que se publicó en 2005, años antes de los cambios en la lengua. Seguir leyendo

¿Me lee esta abreviatura, sr. mío?

Hace pocas semanas se había estado emitiendo en España un anuncio sobre la entrega más reciente de la serie de videojuegos Super Smash Bros. por televisión. El locutor encargado del anuncio expresaba con entusiasmo la puesta en venta del «superesmás bros».

¡Vaya por Dios! Resulta que, por una vez en la vida, nos hemos topado con una norma que es igual tanto en español como en inglés… y no se ha seguido bien. Hablo del caso de la lectura de las abreviaturas. La norma dice que las abreviaturas se leen igual que la palabra completa. Así, por ejemplo, «pág.» se leería «página» y no «pag»; «núm.» se leería «número» y no «num»; «sr.» se leería «señor» y no «ese erre» o «sr» (?). En inglés, el mismo procedimiento: «mr.» se leería «míster» y no «mr» (?). Seguir leyendo

Ronda de azotes

«Haz esto, no hagas aquello, haz esto otro…». ¿A que el regustillo de la venganza pulula a sus anchas cuando alguien no para de deciros cómo habéis de hacer algo? ¡No temáis! Aunque aquí parezca que no tenemos abuela, ha llegado posiblemente la única entrada de El rincón de la droja que la gente apreciará: ¡una sobre las meteduras de pata propias!

Indicaré un par de ellas, ya sabéis, ¡por cuestiones de espacio y esas cosas! En primer lugar, existe la expresión «cuando menos», que se emplea en contextos ponderativos y equivale a ‘como mínimo’ o ‘por lo menos’. Con estos significados, no se puede utilizar otra expresión parecida, «cuanto menos», que tiene otro sentido totalmente distinto. Por tanto, cuando os encontréis en nuestra versión del primer tomo de la novela de Toradora! con este caso, no nos lo tengáis muy en cuenta. ¡Fue sin querer!

En segundo lugar, el verbo «catear», batante coloquial y de uso extendido, cuando menos en España —¿veis cómo aprendemos?—. Seguir leyendo

No por mucho saber japonés…

Era una cálida tarde de verano. Me encontraba sentado en mi habitación viendo la película Gantz: Génesis en la tele. Disfrutaba relativamente.

Es genial que lleguen películas niponas a España, sean de temática friki —haced como que solo me refiero a adaptaciones al cine de mangas o animes— o no. Pero… ¡Pero! Ah, no por mucho saber japonés se domina automáticamente el propio idioma nativo, que en este caso es el español. En esta ración de droja van incluidas dos cuestiones que pueden encontrarse, aunque no son exclusivas de ella, en la versión española de la película. Seguir leyendo